Desde que tengo a Turquesa, ha tenido que sufrir varios despistes. Yo nunca tuve coche, así que tuve que acostumbrarme a ciertas rutinas, como apagar las luces o poner el seguro al cerrar las puertas. Para el primer caso, lo solucioné pegando a las llaves un APAGA LAS LUCES que, para cuando se despegó solo, ya tenía la costumbre de apagarlas. Esto fue necesario porque me quedaba sin batería, y tenía que recargarla. La primera vez un amigo se consiguió una batería prestada, y la recargamos en su casa. La segunda vez tuve que pedir ayuda en una gasolinera; compré unos cables allí mismo que me costaron un riñón. La tercera vez me ocurrió por dejarme las luces interiores encendidas, pudiendo arrancarlo cuesta abajo. Hasta la fecha no ha vuelto a ocurrirme.
Turquesa también tuvo una época de dormir fuera de casa debido a mi torpeza a la hora de aparcar. Venía la malvada grúa, y se la llevaba al depósito. Seguro que lo pasó mal durmiendo lejos de casa, rodeada de desconocidos. Por quedarse abierta nunca ha dado problemas; se ha quedado abierta varias veces, y nunca se dio el caso de que la robaran. En una ocasión, desde un sábado por la noche hasta un lunes por la tarde, en varios sitios, zonas de marcha inclusive.
Otra de las rutinas que necesita un coche es que le echen gasolina. La primera vez que me quedé sin gasolina fue al salir del trabajo. Fue cuando me di cuenta de que la luz de reserva no funcionaba. Me pasó una segunda vez (en la que me prestaron gasolina) e incluso una tercera. Es que no escarmiento.
Cuando tenga un coche nuevo, todas estas cosas se acabarán, pero por ahora tengo que darme cuenta de todo eso. Un día casi hago el ridículo al querer avisar a un tipo que se alejaba de su coche de que se dejaba la ventanilla abierta, la cual se cerró poco después por sí sola. El motivo de esta historia está en el acto de cerrar la puerta del coche. No hay nada más cómodo que cerrar el seguro del coche y cerrar la puerta sin utilizar la llave, ¿no?
El problema viene cuando cierras de esa manera, pero las llaves siguen dentro del coche. Los pasos a seguir son:
Asumir tu estupidez
Pedir un taxi que te lleve a casa
Explicar en casa por qué has llegado tan pronto
Coger la llave de repuesto
Volver (con el mismo taxi) a donde te has dejado el coche.
La primera vez me pasó en el parking de Mercadona. Esta segunda vez (y última, lo prometo) fue peor, ya que salí del coche y lo cerré con las llaves en el contacto y el coche aún en ralentí. Lo peor de este caso es que no había nadie en casa para abrirme, ya que habíamos salido todos a cenar. Los que me acompañaban tuvieron que esperarme en la calle, alejándose un poco de ese misterioso coche en marcha sin nadie dentro, porque no dejaban de preguntarles si iban a dejar el hueco libre para aparcar. Se plantearon esconderse tras la esquina, esperando que algún macarra intentase robarlo y, cuando lograse abrirlo, acercarse y darle las gracias.
En fin. Que ya no cierro de esa manera el coche, y si bajo el seguro al salir del coche, lo vuelvo a subir para cerrar bien con la llave.
Mi interés por el griego (moderno, guarretes...) se consolidó tras años de toparme con las letras griegas en diferentes asignaturas. De ahí pasé a jugar a leer palabras griegas cambiándolas por un sonido según su nombre. Así estuve bastante tiempo hasta que me pasaron unos apuntes, con los que estoy haciendo mis pinitos con el idioma.
Las tres primeras letras me las encontré muchísimas veces al nombrar los tres planos ortogonales en varios sistemas de representación gráfica. Hoy le toca el turno a gamma:
Desde hace tiempo, tengo una relación especial con las bacterias.
Todo empezó allá por segundo de carrera, cuando me explicaron el funcionamiento de una fosa séptica, lo que la gente denomina comúnmente pozo negro. Esta solución es necesaria allá donde no llega el alcantarillado público. Como está un poco feo verter las aguas en la parcela del vecino, se prevé un hueco en cimentación (cuando utilizamos el 100% de la parcela) donde colocar la fosa séptica y el pozo absorbente. En mi primer trabajo, las chicas de administración veian esto de "vivir sobre tu propia mierda" como una guarrada.
La fosa séptica consta de dos cámaras principales, en las que las aguas del edificio reposan y se degradan para ser vertidas al pozo absorbente (éste es en realidad el pozo negro):
En la primera cámara hay bacterias anaerobias, y en la segunda, aerobias. Cada una descompone, a su manera, tu materia fecal. Pues bien. Un día, después de haber comido chino, estaba tirando la salsa sobrante por el fregadero, y pensé que, en esta situación, seguro que las bacterias agradecerían esta salsa de chino u otra cosa rica que tirásemos por el desagüe. Ya me imaginaba yo a las bacterias alegres cuando llegase algo rico hasta ellas:
Dramatización de la algarabía de las bacterias.
Hace tiempo, en la Noche temática de la 2, hablaron de bacterias beneficiosas. En un momento, dijeron que habían grabado el sonido que hacía una colonia de bacterias. No decían yuju ni nada de eso, pero era bastante agudo, eso sí.
Las bacterias son unos seres entrañables, a menudo olvidadas fuera de las profesiones ligadas a ellas. El otro día, viendo Edición anterior, una mujer obligada por su novio a hacer entregas de cocaína, decide acabar con todo y tira la droga por el desagüe. Seguro que fui el único que exclamó en ese momento "las bacterias van a tener fiesta esta noche..."
Claro, como casi ninguna se ve a simple vista, no las tenemos en cuenta. La siguiente imagen ilustra una idea para arrastrar una carreta con bacterias.
Para ver en grande (y apreciar los detalles), pincha aquí
Harían falta muchas más, por supuesto. Nuestro biólogo particular nos aclaró que sería un poco imposible, ya que habría que atraerlas (o repelerlas) con algo. Además, se olvidan de hacia dónde se mueven, y el asfalto no se parece mucho al agar-agar. Pero, ¿y lo desconcertante que sería verla moverse sin nada que tirase?
No comprendo las metáforas, puedo tocarme la punta de la nariz con la lengua, he vivido más tiempo con bigote que sin él, me sé las capitales de todos los países de África que tienen costa y estoy casado con una mujer a la que, por extraño que parezca, todo esto le resulta atractivo.