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Turquesa se ha subido a un árbol

Publicado por Trablete a las 21:07 en , ,
Me cuesta menos pillar un doble sentido cuando el primer sentido es algo exagerado, causa de que me haga sospechar que están queriendo decir algo más, como por ejemplo con la afirmación de que un vehículo de cuatro ruedas se ha encaramado a un árbol. Pues eso. Que Turquesa ha pasado a mejor vida, y se reunirá con los suyos en el cielo de los coches.

Solo han pasado siete años, pero me parece la misma vida. Esos siete años solo representan el último tercio de su vida (tenía casi 55 años-Turquesa cuando nos conocimos), que por nuestra parte han sido bastante provechosos en cuanto a tener un medio de transporte propio. Como he contado anteriormente, los primeros tiempos fueron un poco de adaptación a las normas de tráfico y al mantenimiento de un vehículo. A partir de ahora hablaré de fechas en años-Turquesa, que da como más humanidad al relato. Los años-Turquesa están calculados a partir de la esperanza de vida de una persona en España y su vida real (21 años)

Cuando contaba casi 59 años, tuve la imprudencia de incorporarme a un carril sin darme cuenta de que un coche ya venía por él, teniendo el primer choque de mi vida. Nada grave para mí ni para Turquesa:


El vehículo con el que choqué lo conducía una señora que tampoco había tenido nunca un percance parecido. Esa noche la llamé para ponerla al corriente de lo que me había dicho el seguro, y la gente en casa aún se está riendo de aquella  manera de iniciar aquella llamada: Hola, buenas noches. Soy Trablete, hoy... choqué con usted. Cuando colgué y vi que les había hecho gracia lo de "choqué con usted" no lo mejoré mucho preguntando que si era mejor decirle a la señora que era el que esa tarde había coincidido en espacio y tiempo con ella.

La verdad es que, viendo las fotos a incluir aquí, me doy cuenta de que muchas fotos no saqué de ella; no soy de reverenciar automóviles, y si hacía alguna foto, era para comunicar algo, no para presumir de vehículo. Por ejemplo: una vez bajé a trabajar como cada mañana, y conseguí aparcamiento entre dos coches bastante pegados. Como en ese momento llevaba la cámara de fotos, capté dicho momento:



Turquesa se lavaba con las lluvias de invierno, que en Canarias no eran demasiadas. Me gustaba su aspecto de no merece la pena robarlo. Aparte de las mencionadas lluvias, se lavó por mi mano a la edad de 67 años una tarde de risas en casa de unos amigos. Aún así, no es que diese asco acercarse ni nada. Lo más que tenía era polvo. Años más tarde, mientras conducía tras una cuba de aceite de oliva, pensé que, si en ese momento la cuba me regara por accidente con su contenido, la lavaría, ya que en ese caso, quedaría pegajosa con el polvo pegado, y no podría uno ni arrimarse. Hay que ser práctico (y menos guarrete, dirán algunos).

Del declive de su motor he sido culpable por aquello de tardar en llenarle el depósito o de descuidar los niveles de aceite y agua. Al próximo prometo tratarlo mejor al respecto. El salto de Canarias a la Península tampoco le debió sentar del todo bien. No llegamos a hacerle viajes demasiado largos, Sevilla-Málaga lo más lejos (casi 8 horas-Turquesa), pero seguro que muchos más km/año que en Canarias. 

Una cosa que se le cambió aquí fue la puerta del maletero, debido a un suceso que podría calificarse de pura y mala suerte: me encontraba una mañana en el salón programando, cuando oigo un fuerte golpe en la calle, como de accidente de coche. Al asomarme, veo que un furgón enorme se está dando a la fuga. Miro calle arriba, y veo que debe haber golpeado al coche negro que se encuentra casi en medio de la carretera. Bajo a la calle y, oh dolor, oh pena, ese coche negro estaba aparcado detrás de turquesa y le había dado un golpe que hundió la parte trasera, lo suficiente como para no poder abrir el maletero:


Turquesa llegó a la pared de la casa. Menos mal que no pasaba nadie por allí. Pues bien, a sus 74 años tuvo que operarse de la puerta de atrás, consiguiendo una de color blanco cuyo dueño anterior, a juzgar por las pegatinas que tenía, era muy entusiasta de la doma de caballos y los caballos de raza:

No le pega nada un Opel Corsa al señor entusiasta.


No todo son desgracias. Si todo lo fuera, se llamaría normalidad. En este caso, la alegría vino porque Turquesa estaba próxima a cumplir 200 000 km. Como en esos días hacía una ruta muy regular, pude planificar el momento en que los cumpliría, así que hice un vídeo para celebrarlo. Dale al volumen y al play:



No iba muy rápido, como se puede comprobar XD

Con Turquesa también he esperado a gente, y aparte de escuchar la radio, también se pueden hacer fotos, desde que me dieron el ultimátum instaron a tener móvil:

Homo Sapiens reflejado:



Washingtonia Robusta reflejadas:




Con Turquesa también aprendí a controlar un coche mientras derrapa. Aquello que te cuentan en la autoescuela de mover el volante en la dirección que se desliza la parte trasera está muy bien, pero yo, que he derrapado algunas veces, jamás lograba hacer otra cosa que quedarme como un conejo echao sin hacer otra cosa que mantener las manos en el volante. Menos mal que no tuve que aprender a controlar a Turquesa en un reventón de rueda, a sus 78 años:


Así quedó tras un viaje de vuelta de Córdoba. Da mucho miedo. Iba a 110-120 km/h, pero no noté ninguna sacudida. La goma debió desinflarse poco a poco, porque de repente oímos un chirrido metálico que no debe salir de ningún coche, y me dirigí hacia el arcén. Al ver que era la goma pinchada, respiré tranquilo. Era de noche y no podía ver ese desastre, solo que estaba desinflada. Para ser la primera vez que se me pinchaba una goma, no estaba mal. Lo malo fue buscar en la oscuridad la llave para aflojar los tornillos que no estaba allí. En fin. Yo que siempre consideré una ñoñería llamar a la grúa para cambiar una goma, y mírame.

Otra de las cosas que me gustaron de Turquesa era lo poco que consumía. Ya he hecho escarnio público de mi persona por quedarme sin gasolina en ocasiones pasadas. Pero vamos, una cosa es apurar el depósito, y otra es no tener que echar gasolina en bastante tiempo. Una prueba de ello es esta instantánea momentos antes de salir con ella:


En su declive, se me paraba si la dejaba en ralentí cuando el motor estaba frío, teniendo que mantenerla acelerada en los semáforos, como si fuéramos un cani en su buga. Este problema se agravó en un momento a finales del mes pasado, cuando decidió no mantenerse a ralentí al arrancar, apagándose a continuación.

Alegoría de la senectud

Tras conseguir que el mecánico la viera, nos comentó que tenía una avería bastante oscura, de ir viendo si era una cosa, y si no, otra. Y con el convencimiento de que en un año o menos, estaría con algún otro achaque. Así que hemos considerado que este es el momento de separarse de ella, con buenos recuerdos y cierta dignidad:


Mi Propio Pastito Interior